SINOPSIS
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A través de cuatro leyendas el espectador acompañará al río Guadalquivir de su nacimiento en Cazorla a su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda. Este viaje arrancará con el nacimiento del río y la triste historia de la Tragantía, en su llegada a Córdoba acompañará los paseos de Abderramán y la bella esclava que inspiró la grandeza de Medina Azahara, en Sevilla nos sorprenderá la muerte con “La promesa” de Gustavo Adolfo Bécquer y, ya cerca de su final, se cruzará con una figura mística, la Mujer de Agua.
Un río es su cauce. Los recodos, las piedras ahogadas en su trazo azul. Por el camino da de beber y riega la tierra pero también escucha, es el testigo más discreto de los encuentros, las fugas, crímenes y romances que hirieron el tiempo para permanecer en sus leyendas.
Hoy las contamos sin autores, porque de aquellos momentos sólo quedan sus heridas, escritas en las ondas del agua, y el mismo río que las trajo a nosotros.
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Estas historias nos devuelven a los castillos y cuevas donde nuestra historia no conoció más que su amor y muerte, un pequeño salto histórico que no pretende ir más allá de eso, porque el objetivo aquí (el logro, el alcance de la herida) es emocionar. Compartir el latido, beber el mismo agua que nos refleja.
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Una apuesta vital por y para la belleza literaria, estética: los personajes nacieron en la tormenta, los amantes son desafíos, atraviesan esta vida de corrientes y dolor.
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La armonía del agua que cae a la herida torrencial: el río sale de sus orillas hecho persona y nos habla. El Guadalquivir nos cuenta, nos guía; esto pasó cerca suya, estas manos estrechó.